(Según la descripción de J. Ramón López de Los Mozos en 1985):
En el primer día se celebra el antiquísimo rito de las hogueras. Para ello, el mayoral da órdenes a los machos para que vayan a por leña al monte. Estos la apilan en el centro de la plaza del pueblo, para hacer después una hoguera. Se prepara también en la plaza una limonada.
Una vez encendida la hoguera, los machos se colocan en fila, agarrándose cada uno a la correa del de delante. Entonces, el mayoral da una orden con la vara y se coloca delante de ellos. El zagal lo hace detrás.
Inmediatamente después, la fila de mozos comienza a dar alocadas carreras por toda la plaza del pueblo, a la manera de un látigo serpenteante. Las carreras se hacen con mucha fuerza y si alguien osa cruzarse por entre los machos, se lo llevan por delante sin remedio.
El mayoral sigue dirigiendo a los machos. Los hace correr para acá y para allá, de un lado a otro, permaneciendo éstos siempre agarrados entre sí de las correas. El resto del público lo observa desde los rincones de la plaza.
Llegado un momento, los machos, a una orden del mayoral, comienzan a dar espectaculares saltos por encima de la hoguera.
Pasado un tiempo, la cadena se detiene bruscamente para descansar. Entonces, el zagal y el mayoral comienzan a tirar de la cadena de machos cada uno de un extremo, en sentido contrario y con mucha fuerza. Se produce una situación tensa, pues ninguno de los machos debe soltarse, de lo contrario el mayoral les castiga.
De repente, el mayoral alza su larga vara y golpea el suelo ¡pum!. En ese momento, los machos se tiran al suelo rendidos de cansancio.
Entonces, sale una persona de entre el público con una bota de vino en la mano y se lo ofrece a los machos, que beben para reponer fuerzas. Luego, se levantan de nuevo y continúan dando vueltas a la plaza. Estas carreras reciben el nombre de QUIEBROS Y REQUIEBROS.
Por la noche, a la lumbre de la hoguera, se procede a una simulación de "herrar" a los machos, como si fuesen cabezas de ganado.
Esa noche, los machos tradicionalmente duermen todos en una misma casa, aunque han de preparar los ingredientes de las populares "migas" para el día siguiente.
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El segundo día, se celebra la Misa Mayor. Los feligreses llenan la iglesia. Al finalizar la misa, se hace una procesión en la que se sacan en andas las imágenes de San Miguel Arcángel y Nuestra Señora la Blanca, patrones del pueblo. Durante el acto, salen niños disfrazados de cabezudos y se bailan jotas antiguas al son de dulzainas o flautillas, delante de las imágenes.
Mientras tanto, los machos van por todas las casas del pueblo pidiendo a los vecinos carne, chorizo, adobo y otros productos de la matanza que les dan. Se dice que hace siglos, en lugar de pedirlo, los machos "robaban" la carne en la casa de sus novias.
Cuando la procesión finaliza, las imágenes quedan detenidas frente a la puerta de la iglesia. Entonces se subastan las andas sobre las que están colocadas, produciéndose una fuerte puja por llevar adentro a San Miguel y a Ntra. Sra. la Blanca. En caso de que el público se haga el remolón para ofrecer dinero, a las imágenes se las hace dar un paso más hacia la puerta y así sucesivamente hasta que el público se anime más.
Después de guardadas las imágenes en la iglesia, los vecinos acuden a la plaza, allí les espera una gran sartén ó perola con las exquisitas migas serranas con su pan, chorizo, tocino y pimentón, que han sido cocinadas allí mismo.
Las migas se reparten entre todo el público, pero para que la gente no se arremoline demasiado ni se apelotone junto al recipiente de las migas, los machos hacen de nuevo un QUIEBRO y se colocan en círculo formando una muralla alrededor de la sartén, quedando en el centro del círculo únicamente las personas que reparten las migas.
Ese día, los machos comen juntos reunidos en una casa a base de los chorizos y carne que pidieron anteriormente por las viviendas del pueblo. A ésta comida se la conoce como "La Caldereta".
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La Excma. Diputación Provincial de Guadalajara declaró a las fiestas de Bocígano como fiestas de INTERES TURISTICO PROVINCIAL a finales de la década de 1980 .
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Los posibles orígenes de La Machada
El rito de La Machada tiene unas características que hacen pensar en que procede de celebraciones relacionadas con la transhumancia, pues las figuras (el mayoral, el zagal, etc.) que participan en él son claramente características del tradicional pastoreo transhumante realizado durante siglos.
El origen se pierde en la noche de los tiempos, pero no hay más que ver los quiebros y requiebros de los machos para ver un paralelismo con el ganado, y sobre todo el "herraje"; también al ver al mayoral conduciendo a los machos y al zagal, como si de ganado se tratase y cuando por un fallo se caen al suelo (paralelismo con un hipotético escape de algún animal ó recostamiento), el mayoral les vapulea ligeramente con la vara. Todo es un reflejo de las vicisitudes que viven los pastores transhumantes en sus viajes con el ganado.
TRAJE QUE SE USA EN LA FIESTA DE "LA MACHADA"
Tradicionalmente, el traje usado en La Machada (muy similar al típico ordinario) era así:
Cabeza: Un pañuelo atado con el nudo en la nuca. El pañuelo tapa sólo la frente.
Cuerpo: Una blusa, chaleco o chaquetilla de cuero, calzón de cuero.
Piernas y pies: Medias y las albarcas de piel de toro.
Accesorios: Una correa muy ancha puesta "en bandolera", que se abrocha con una enorme hebilla redonda que parece un rosetón. De la correa pende un gran cencerro o varios, y también, en el caso del mayoral, varias campanillas. Este traje lo llevan hasta los niños más pequeños.
Transformación del traje:
En los últimos años, el traje de la machada, no se viene usando en la forma completa descrita antes, sino que las albarcas se han sustituido por botas militares, chirucas y playeros y los calzones de cuero y medias por pantalones vaqueros "blue jeans", debido a su resistencia. En el tobillo suelen llevar una especie de tobillera muy larga de cuero.
Lo que conservan realmente típico es el chaleco y la correa. Algunos chalecos de los hoy utilizados son nuevos. Otros son muy antiguos, que se han pasado de generación a generación.
Como anécdota, decir que el pañuelo de la frente, llevaba antiguamente como adorno una manchita de sangre. Seguramente ésta mancha tenía algún significado, pero hoy se desconoce.
Existen serios y amplios estudios de ésta fiesta, hechos por J. Ramón López, de los Mozos. Ver su libro de "Folklore en la Provincia de Guadalajara".