Como ya hemos visto, en Bocígano, los primeros pobladores debieron ser pastores trashumantes, y alrededor de esa actividad ha girado la vida del pueblo durante mucho tiempo. En el Catastro de la Ensenada se califica a casi todos los cabezas de familia como "labradores", pero era el ganado bovino y ovino la principal ocupación de los habitantes del pueblo.
El terreno montañoso era también propicio para la instalación de colmenas, cuyas abejas acudían a las flores de las matas silvestres.
Asímismo, los ya menciconados oficios de artesanía como el herrero, el fabricante de carbón, el molinero y el tejedor, atendían de servicios tan necesarios al pueblo.
Veamos a continuación las tiendas, oficios artesanos y cultivos que tenía Bocígano en el siglo XVIII:
Las colmenas
Había en Bocígano un total de 23 colmenas que estaban situadas por los montes para que las abejas acudieran a libar las flores de los matorrales y plantas silvestres.
La labor de recogida de la miel y la cera se realizaba con los tradicionales métodos de rotar los panales ó simplemente sacándola con utensilios para el caso, y ocupaba a las familias de los propietarios durante la época de la recogida. Actualmente aún se colocan colmenas nuevas en Bocígano.
Fraguas y herreros
Había también herreros, un oficio cuya labor era tan necesaria entonces a la hora de fabricar cualquier cosa y tener que usar clavos, herramientas etc. Asímismo y naturalmente, las herraduras de los borricos, mulas y caballos, que eran el principal medios de transporte por aquellos tortuosos caminos y veredas se hacían en las tres fraguas existentes en Colmenar, Bocígano y Peñalba. Las viejas fraguas de la sierra fueron un elemento muy típico en todos éstos pueblos.[1]
El hierro se traía de lejanos lugares ó bien se aprovechaban hierros viejos del propio pueblo, pues existía un tendero de quincallería del que ya hablaré más adelante, que se dedicaba a los cacharros y objetos de metal.
Existía un herrero en Colmenar, uno en Bocígano y uno en Peñalba de la Sierra. El de Bocígano era Blas Palomino.
Fabricantes de carbón
En Bocígano había dos fabricantes de carbón vegetal o cisco. A ésta actividad se le llama "carboneo". La fabricación de carbón vegetal servía incluso para exportarlo a otras comarcas, transportándolo en mulas dentro de unas alforjas, montañas abajo.
El carbón vegetal tiene varias formas de hacerse según las regiones. En Castilla la Nueva, que es la tierra que nos ocupa, lo usual es amontonar ramaje, prenderlo fuego hasta que arda bien e irlo apagando para evitar que se haga cenizas, echándole agua. Después, se deja secar y se ensaca.
El carbón vegetal es un excelente medio de calefacción cuando es encendido en los braseros, para combatir los fríos.
Molinos y molineros
Estas sencillas y antiquísimas construcciones de piedra en mampostería enmarcan una de las industrias más antiguas con que cuenta el Bocígano y su comarca.
En el siglo XVIII había en la zona bastantes molinos. Hoy en día sólo quedan en pie y en desuso tres y varios están en ruinas o únicamente queda la presa de mampostería que servía para retener el agua del río.
Había en Colmenar un molino con su casilla en el río Jarama. En el arroyo del Cañamar había otro molino que pertenecía a Pedro Bernardo, Eugenio Serrano y Francisco Serrano. Todos ellos eran vecinos de El Bocígano, pero este molino estaba y aún hoy está situado en Peñalba de la Sierra, en el citado arroyo del Cañamar.
Luego existían numerosos molinos, uno de los cuales no funcionaba por estar desbaratada la presa y otro por estar inundado. Este último se dice que era de una sola piedra o muela.
Existían otros dos, uno propiedad de Pablo Bernal y Pedro López y por último, el molino del Batán, llamado así por estar en la confluencia del arroyo del Batán con el río Berbellido. Era propiedad de Juan López y Rafael Serrano, vecinos de El Bocígano.
La función de éstos molinos es de moler cereales para hacer harina y su forma de funcionar es por medio de la energía hidráulica conseguida a partir del agua de los arroyos, estancada mediante toscas presas de piedra en mampostería. El total de los molineros en todos los pueblos de la zona, incluído El Bocígano era de nueve.
Los tejedores y el sastre
Para confeccionar las ropas de los campesinos, hacer sábanas, mantas, alforjas, etc., existían tejedores y un sastre en El Bocígano.
El principal material que se usaba para tejer era el lino. Existían lugares en donde crecía lino y éste se recogía y se preparaba para tejerlo en los telares. En un documento de 1786 se dice que "Los fabricantes son tejedores de lienzos de lino".
Hacia mediados del siglo XVIII, había tres tejedores en Bocígano. Estos eran: Pedro Bernardo, Manuel Vicioso y Tomás Gordo.
Pero llama la atención la existencia del sastre de Bocígano, quién hacía un gran servicio a los vecinos, haciéndoles el traje en el mismo pueblo, lo cual nos indica cómo la ropa que se usaba de forma tradicional en éste lugar era totalmente autóctona.
Los cirujanos y médicos
No tenemos datos sobre las enfermedades que predominaban en ésta época en el pueblo en particular, pero bien pudiera valer una lista de las que padecían los de Montejo de la Sierra y Buitrago, a no más de 30 Km. de distancia, que muy probablemente serían las mismas que en El Bocígano. Estos males solían ser las fiebres tercianas (que aparecían cada tres días), los dolores de costado, reúmas, hinchazones y dolores de muelas[2].
Observando el cuadro de enfermedades de los pueblos de la sierra, vemos que éstas comarcas eran bastante menos propensas a las enfermedades infecciosas porque el frío de las montañas y el clima influía bastante en ello. En los pueblos del llano es más propio que se diesen casos de infecciones intestinales y del estómago, provocadas por el mal estado de los alimentos y agua en estaciones calurosas. En cambio, en la sierra, las enfermedades más comunes eran los dolores e hinchazones provocados por el frío.
En Bocígano residía un cirujano y en Colmenar otro. Estos dos médicos atendían todos los demás pueblos de la zona. El cirujano se ocupaba además de las labores de barbero, es decir, afeitar y cortar el pelo a la gente y sacar muelas a los que hiciere falta. Sabemos también que el cirujano de Bocígano atendía también al madrileño pueblo de La Hiruela de Buitrago.
En el arroyo de las Salineras, de la Hiruela, crecía una hierba llamada carqueja o retama humilde que se decía: "Cuio uso y utilidades para la medicina, escribió una Disertación el Rmo. Sarmiento. La agua cocida con ella es sudorífica a el modo de las aguas minerales sulfúreas y cura tumores, abscessos y otros géneros de males y la bienen a buscar de Madrid y otras tierras"[3].
Estas plantas medicinales serían usadas muchas veces por el cirujano de Bocígano-La Hiruela.
Los cirujanos eran personas bien preparadas para la modesta medicina de entonces gracias a una ley que promulgó Felipe II en el siglo XVI sometiendo a los aspirantes a cirujanos a severos exámenes teóricos y prácticos.
En el siglo XVII, continuaba atendiendo a La Hiruela el cirujano de Bocígano. Pero desconocemos de qué médico era subordinado, pues todos los cirujanos tenían a un médico como jefe de zona.
Por último, en el siglo XIX, en 1850, se nos dice que las enfermedades más comunes en Bocígano eran el reúma y el dolor de muelas.
Los sacristanes
La figura del sacristán era también muy importante en éstos pueblos. No sólo atendía la iglesia, sino que en muchos casos, hacía de maestro de primera letras.
No tenemos datos sobre que hubiere maestros en Bocígano en el siglo XVIII, por lo cual, seguramente era el párroco o el sacristán el que enseñaba a leer y escribir, etc. a los niños del pueblo; cosa usual en los pueblos sin maestro de la época.
Aparte de tocar las campanas y ayudar a misa, el sacristán cumplía varias funciones más. Había un sacristán en Bocígano, otro en Peñalba y otro en Colmenar de la Sierra. Al de Bocígano le pagaban 250 reales de vellón por su trabajo en los entierros, aniversarios y funciones.
Tabernas y taberneros
Había una taberna en Bocígano, otra en Colmenar, otra en Peñalba y otra en Cabida.
Podemos imaginar que eran pequeños establecimientos con su suelo de tierra, un ineterior de piedra, vigas de roble viejo y cubas y pellejos llenos de vino, ideales para tertulias con los amigos y hablar de los temas del pueblo: que si la caza, que si las cosechas, los lobos, el estado del tiempo... Sería allí donde, a la luz de los candiles donde se bebería vino junto a los vecinos tras las faenas del campo, en las frías tardes del invierno montañés.
Hoy en día existe una taberna en el Bocígano, que es a la vez tienda de comestibles, de cacharros y diversos artículos.
Tienda de aceite, pescado y panadería
Existía en El Bocígano también una tienda en la que se vendían éstos productos. Sorprende lo del pan, pues Bocígano fue tradicional que el pan lo hiciesen los propios vecinos en un horno colectivo que había en la cuesta que baja a la plaza.
El aceite se traía de otras comarcas. El pescado no hacía falta. En el río Berbellido siempre se han pescado excelentes truchas. De todas formas, no faltaría entonces el bacalao seco y los salazones.
Ni mesón ni carnicería
En éstos tiempos, no había en Bocígano ningún mesón para viajeros, pues ello quizá se consideraba innecesario al no ser lugar de paso habitual hacia ningún lugar. Tampoco había tienda de carnes, ya que casi todos los vecinos tenían ganado y sabían hacer matanza y despiezar la carne por sí solos.
Tan sólo se mataba de forma "colectiva" en los días de fiesta ó cuando había enfermos que necesitasen carne fresca extra para reponer fuerzas y vencer la enfermedad. Cuando era fiesta se mataba un carnero y cuando había enfermos se mataba uno cada ocho días. De éstos últimos carneros podía comer cualquiera que lo necesitase.
OTROS OFICIOS
Había además en Bocígano un arriero que se dedicaba exclusivamente a ello y un tendero de quincallería. El quincallero comerciaba con herrajes, metales, calderos, sartenes viejas, clavos, herraduras, etc.
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LA CASA DE LOS POBRES
Una aspecto curioso de éstos tiempos es la "casa de los pobres", situada en Colmenar de la Sierra, que por entonces era pueblo capital de El Bocígano, por lo cual también concierne a ésta localidad.
La Casa de los Pobres estaba sostenida por el ayuntamiento y se trataba de un local para que se recogiesen en él los pobres sin hogar de la comarca. A juzgar por la descripción que de él se hace, el hogar debía de ser tan pobre como sus moradores, pero al menos tenían un techo para cobijarse. La descripción de la casa de los pobres es:
"Hay una casa para que se recojan los pobres y se compone de un cuarto, cocina y portal. No tiene cama alguna y su renta es de 21 reales".[4]
[2] - "Buitrago y su tierra" (Matías Fdez.)
[3] - "Op. Cit.": (Matías Fdez.)