EL BOCIGANO HOY EN DÍA
Hacia 1981 se trajo hasta el pueblo una línea de electricidad y se colocaron varias farolas en las principales callejuelas. También se asfaltó la única carretera de acceso. Más o menos por entonces se hizo una pequeña red de cañerías para conducir agua a las casas.
Actualmente, El Bocígano es un pueblo que conserva el típico sabor serrano con sus casas de piedra y vigas de madera, su vieja iglesia, sus cuestas de tierra con su reguerillo en medio, el ambiente de montaña y el gris metálico de sus rocas. Todo ello combinado con recientes reformas y ligeras modernizaciones.
Cuenta el pueblo pocos habitantes censados oficialmente, pero en realidad Bocígano cuenta con muchos más residentes ocasionales, y son los que un día se tuvieron que marchar y sus descendientes. Ellos regresan a su pueblo los fines de semana y vacaciones. También acuden al lugar algunos visitantes ocasionales y bastantes el día de las Fiestas. Es entonces, cuando las callejuelas de tierra de El Bocígano vuelven a llenarse de personas charlando, niños corriendo y jugando, tiñendo con sus voces la atmósfera del pueblo y parece que las casas y la vieja torre de la iglesia se alegran y recobran vida brillando más. Es también entonces cuando los viejos hablan junto a la fuente y los jóvenes juegan al fútbol en la pradera mientras los caballos pastan de la hierba.
La aparición y extensión de la red de Internet ha permitido que muchos vecinos del pueblo que viven fuera hayan podido comunicarse fácilmente y crear foros, etc., enriqueciéndose y divulgándose notablemente la cultura y vida del pueblo. En 2006 ha llegado por primera vez el servicio de Internet a El Bocígano. La asociación cultural de Amigos del Olmo es una excelente iniciativa para la conservación del patrimonio cultural y ha creado recientemente una página web dedicada al pueblo.
El día de la fiesta de San Miguel, cuando se celebra el rito de "la Machada", se llena aún más el pueblo de gentes de varios lugares que acuden a ver la interesante celebración y con alegría a tomar las migas con chorizo.
Cuando pasan las nevadas y el frío del largo invierno de la comarca, se sacaban a la plaza unos columpios para niños que durante la estación fría permanecen guardados en el antiguo horno de hacer el pan.
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Actualmente en Bocígano se producen a nivel casero algunos productos de matanza (chorizos, jamones, etc.) y también hay colmenas para elaborar miel de elaboración artesana.
Expectativas de futuro
Actualmente se han construido en el pueblo varias casas nuevas intentando respetar el estilo serrano de piedras de mampostería y en ellas han establecido su segunda residencia algunos descendientes del pueblo que regresan en vacaciones o también para nuevas personas que hayan escogido éste pueblo para descansar e incluso alquilar por épocas alguna vivienda.
A mediados de la década de 1990 se pavimentó la plaza, que hasta entonces era de suelo natural. Poco después se reconstruyó la fuente y el cerco del árbol de la plaza.
Funciona también una taberna desde hace un tiempo. Desde mediados de la década de 1990 el Bocígano está experimentando un cierto incremento de mejoras en su desarrollo y conservación, que culminan en la buena restauración de la iglesia hacia el año 2004, siendo inaugurada por el Obispo de Sigüenza en 2006. Parece que hoy por hoy, el pueblo está ya libre del fantasma de la despoblación que sufrió hace unas décadas.
Ojalá nuestro pueblo pueda continuar su historia que empezó hace siglos con unas cuantas chozas y unos pastorcillos, y en el futuro inmediato pueda ser un claro ejemplo más de vida natural y tipismo de la comarca para admiración de todos los que quieran comprender y querer a éste lugar. Se merecen un buen futuro éstos pueblos serranos que tanto lucharon en los siglos pasados para ser cada día mejores.
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En 1998 el pueblo saltó por primera vez a los medios de comunicación al aparecer allí dos montañeros perdidos, cuya noticia fue seguida por los telediarios y periodicos de España. A continuación se reproduce la noticia literalmente desde "El Pais Digital":
"Los dos montañeros sobrevivieron tres días en la nieve, refugiados entre rocas y atrapados con ramas
"Nunca el miedo fue superior a la esperanza", dijeron los jóvenes, que no sufrieron dañosLos jóvenes perdidos en la sierra vieron pasar cuatro veces a los helicópteros que les buscaban
RAFAEL FRAGUAS (El pais), - Lozoyuela - 29/01/1998
Comenzaba a anochecer. Dos jóvenes se adentraron con paso cansino en la aldea de Bocígano, en la linde de la provincia de Guadalajara. Regresaban de una pesadilla vivida a 2.000 metros de altura, a 14 grados bajo cero y a 80 kilómetros de Madrid. "¿Sois vosotros los que estabais perdidos desde el domingo?". "Sí". "Venid para acá". Javier Giménez y Paco del Pozo, bomberos de la Comunidad presentes en el pueblo en labores de rastreo, comenzaron a despeinar al más alto de los dos recién llegados en un gesto de alegría. Luego los abrazaron. Eran Eduardo Bermejo, de 21 años, y Eloy Catalán, de 16, los dos montañeros perdidos durante tres días interminables entre la niebla, el viento y la nieve de la sierra de Ayllón (Segovia). Habían conseguido sobrevivir gracias a un aplomo especial que les permitió mantener la calma, administrar sus escasos alimentos (mandarinas, pan y espaguetis), dormir abrazados, nunca más de media hora cada uno, en huecos de rocas sellados con ramas y, sobre todo, darse mutuamente masajes para evitar la congelación. "La niebla nos traicionó en el pico del Lobo [2.263 metros de altitud]", dijo Eloy con una sonrisa. "Pero nunca el miedo fue superior a la esperanza", confesaron los dos jóvenes, aturdidos, pero a salvo y con sus familiares, en el parque de bomberos de Lozoyuela, donde fueron sometidos a un reconocimiento médico.
"Mirábamos adelante, atrás y a los lados y sólo veíamos montaña" dicen los alpinistas
Ellos desconocían la movilización organizada para rescatarles, que había congregado en las estribaciones de la sierra a sesenta guardias civiles y otros cuarenta efectivos de bomberos de la Comunidad, Protección Civil y de la Cruz Roja, así como cincuenta montañeros especializados que se presentaron voluntarios para colaborar en las tareas de rescate. Una de las mayores dificultades para localizar a los extraviados fue que la niebla creciente impidió durante tres días completos a los helicópteros de la Guardia Civil y del Servicio de Emergencia y Rescate de la Comunidad de Madrid sobrevolar por encima de los 1.700 metros de altitud y localizar su rastro, perdido a 2.000 metros. Ayer por la mañana, tras casi 40 kilómetros recorridos, en las inmediaciones de las abandonadas minas de oro, avistaron en cuatro ocasiones un aparato. Agitaron las manos y los brazos sin resultado.La jornada de ayer había comenzado para ellos con la determinación firme de alcanzar un pueblo en las faldas de la sierra de Ayllón. Se acercaba el atardecer y la extenuación comenzaba a apoderarse de ellos. Fue entonces cuando divisaron la aldea de Bocígano, habitada por nueve vecinos.
A paso lento, pero firme, apoyándose cada uno sobre un bastón de esquí, Eduardo y Eloy, enfundados en sus zamarras montañeras y con sus botas de marcha, entraron a la aldea por la calle de Hontarrón. En la plaza, se encontraban los lugareños junto con una patrulla de bomberos de la Comunidad y efectivos de la Cruz Roja. Dispositivos similares, se hallaban en pueblos contiguos como El Cardoso.
El atuendo rojo de Eduardo hizo creer a los bomberos, que se encontraban ante un colega. Pronto se dieron cuenta de que no era así. Tras los abrazos, fueron todos al bar de Juan Enrique Palomino quien les sirvió un café con leche. "Corto de café me lo pidieron", señaló el propietario.
Para calentar a los montañeros, les encendieron la estufa de gas y les dieron calcetines y calzado seco. "Se les veía sobrados, con mucha fuerza", comentó Iñaki Díez, veterinario de Bocínago. Tras relatar brevemente su peripecia, telefonearon a desde allí mismo a sus padres en Riaza. Apenas 40 kilómetros les separaban."
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